El canibalismo de las serpientes de cascabel
A continuación, reproducimos un artículo publicado el 19 de febrero de este año en el diario español LaFlecha.net:
Investigadores españoles, americanos y mexicanos presentaron la primera descripción cuantitativa del canibalismo de las hembras de serpiente de cascabel ( Crotalus polystictus ) con el seguimiento de 190 reptiles. El estudio permite aclarar que estos animales ingieren de media el 11% de la masa postparto (sobre todo, huevos y crías muertas) para recobrar energías para la próxima reproducción.
La ausencia de información sobre el canibalismo de las serpientes de cascabel ( Crotalus polystictus ) llevó a los investigadores a comenzar un estudio en 2004 y a continuarlo durante tres años en el centro de México, donde esta especie es endémica. Cuantificaron "el comportamiento caníbal" de 190 hembras que tuvieron 239 camadas, y determinaron que este fenómeno se justifica "porque la madre se recupera y recobra fuerzas".
"Una hembra de serpiente de cascabel caníbal puede recuperar la energía perdida para la reproducción sin tener que buscar alimento, una actividad peligrosa que requiere tiempo y gasta muchas energías", señalan a SINC Estrella Mociño y Kirk Setser, los autores principales del trabajo e investigadores de la Universidad de Granada junto a Juan Manuel Pleguezuelos.
El estudio, publicado en el último número de la revista Animal Behaviour , demuestra que el comportamiento caníbal de esta especie es el fruto evolutivo de su alimentación, puesto que las presas permanecen muertas un tiempo antes de ser ingeridas por la serpiente. "Los vipéridos en general pueden estar predispuestos a consumir carroña, por tanto no es tan raro que consuman elementos no viables de sus camadas después de pasar por un gasto energético tan grande como es la reproducción", destaca Mociño.
El equipo de investigación subraya que son cuatro los factores biológicos que explican este comportamiento: el día del parto (las hembras que paren a finales de julio son más propensas a ser caníbales al tener menos tiempo para alimentarse y prepararse para la siguiente reproducción), la proporción de crías nacidas muertas por camada, el índice de inversión materna (cuanto mayor sea la camada mayor probabilidad de tener elementos no viables y ser caníbal), y el estrés por estar en cautividad (los investigadores mantuvieron a las hembras una media de 21 días).
El 68% de las hembras ingirieron parte o todas sus crías muertas. El 83% de éstas las consumieron todas y no esperaron mucho tiempo en hacerlo (unas 16 horas), aunque algunas las comieron "inmediatamente después de dar a luz", añade Mociño. El resto (40%) de las hembras "no presentaron canibalismo".
Según los científicos, el canibalismo es "un comportamiento no aberrante y no atenta contra la progenie", ya que no es lo mismo que el parricidio o infanticio, pues no involucra elementos vivos.
Sólo recupera algo de lo que la serpiente invirtió en la reproducción y se prepara para su siguiente evento reproductivo.
Las serpientes distinguen a las crías vivas
Los científicos comprobaron el bajo riesgo de ingerir las crías sanas, que en aspecto y apariencia son muy parecidas a las muertas las primeras dos horas después de salir de sus membranas. En la investigación una única hembra ingirió las crías vivas.
"En comparación a mamíferos o aves, las serpientes no son tan maternales, pero el estudio muestra que también tienen comportamientos que han evolucionado y que ayudan a la hembra y sus crías a reproducirse y crecer con éxito", manifiestan Mociño y Setser.
Crotalus polystictus se incluye en la categoría de "especie amenazada", según la Norma Oficial Mexicana de protección de especies nativas de México de flora y fauna silvestres. El territorio limitado, la expansión del urbanismo y de la agricultura son sus principales amenazas.
En la actualidad, los científicos han marcado más de 2.000 individuos de esta especie cuyo tamaño medio se encuentra entre los 50 y 90 cm, y que ha mostrado características de estrategias vitales diferentes a las de muchas de las serpientes de cascabel del norte de México y Estados Unidos.
Este reptil tiene tasas de reproducción más rápidas, lo que sugiere que puede estar sometida a una fuerte mortalidad extrínseca. Además del conocimiento científico que se aporta al canibalismo animal desde una perspectiva evolutiva, difundir estos resultados "favorecerá que los seres humanos disminuyan la agresión hacia estas serpientes", concluyen los investigadores.
Foto superior: fmar21
Cuando suena el cascabel
La serpiente de cascabel enrosca su presencia en toda la zona centro y norte de la Argentina, con epicentro en Córdoba, norte de la provincia de Santa Fe, Misiones, y parte de la llanura cuyana.
Sus medidas: entre 0,60 y 1,5 metros de longitud, y de 7 a 10 centímetros de diámetro. De cuerpo robusto y cola corta, esta variedad cuenta también con la tradicional cabeza triangular que distingue a las especies venenosas.
El portal Supervivenciaeas.com.ar detalla los rasgos de la especie: “Presenta colores marrones terrosos más o menos intensos, con una serie de rombos longitudinales sobre la línea media del dorso, formando una línea marrón oscura y otra externa amarilla clara, las cuales hacen resaltar estos rombos del color general”.
“Hacia la cola el color amarillo se atenúa haciéndose castaño uniforme en la unión con el crótalo”, precisa la fuente. Más allá de estas particularidades hay que decir que, como otras clases de ofidios, la serpiente de cascabel suele modificar parte de sus tonalidades para así confundirse con el ambiente en el que habita.
Se trata de una especie netamente americana, capaz de adaptarse a regiones tanto áridas como húmedas –aunque prefieren bosques y pastizales–, y que debe su nombre al característico cascabel que los ejemplares portan en la cola.
¿Cuál es la misión de ese cascabel? Avisar a cualquier distraído –humano o animal– que está a punto de tropezar o pisar a la pobre serpiente.
Las serpientes de cascabel son reptiles ciclotímicos. Aunque por lo general reaccionan de manera agresiva ante la primera señal de peligro o desafío, los ejemplares de la especie pueden denotar un comportamiento tranquilo para, imprevistamente, emprender el más certero ataque.
Para terminar con esta primera aproximación a la serpiente de cascabel hay que decir que su veneno es sumamente poderoso. El compuesto afecta el sistema nervioso y destruye los glóbulos rojos de la sangre.
Foto superior: PHOTOmaton UCV
Foto inferior: Orlando Ricardo
Ofidios en la Argentina
El territorio argentino se encuentra habitado por 130 especies de ofidios, de acuerdo a un relevamiento divulgado por el Instituto de Herpetología de la fundación tucumana Miguel Lillo. En nuestro país se encuentran representantes de todas las variedades de ofidios a excepción de serpientes marinas.
Las especies con presencia local muestran una gran variedad de colores, como las culebras verdes (Philodryas olfersii o Liophis guentheri) y otras de tonos opacos, castaños o grises, como la falsa yarará (Waglerophis merremii).
De acuerdo a la fundación Lillo, la gran mayoría de las variedades son ovíparas (culebras, víboras de coral) y la incubación en esos casos alcanza los 60 días, pero también hay especies vivíparas (culebras, yarará, cascabel, boas curiyú).
El número de crías o huevos varía. Las víboras ciegas (Leptotypholps) ponen muy pocos huevos, mientras que las curiyú (también conocidas como “anacondas amarillas”, foto arriba) puede tener hasta 30 crías. Otro caso similar corresponde a la víbora de la Cruz (otra forma de nombrar a la yarará), capaz de dar a luz 40 crías.
Con relación a las especies consideradas “de importancia médica”, en la Argentina existen tres variedades:
Las especies con presencia local muestran una gran variedad de colores, como las culebras verdes (Philodryas olfersii o Liophis guentheri) y otras de tonos opacos, castaños o grises, como la falsa yarará (Waglerophis merremii).
De acuerdo a la fundación Lillo, la gran mayoría de las variedades son ovíparas (culebras, víboras de coral) y la incubación en esos casos alcanza los 60 días, pero también hay especies vivíparas (culebras, yarará, cascabel, boas curiyú).
El número de crías o huevos varía. Las víboras ciegas (Leptotypholps) ponen muy pocos huevos, mientras que las curiyú (también conocidas como “anacondas amarillas”, foto arriba) puede tener hasta 30 crías. Otro caso similar corresponde a la víbora de la Cruz (otra forma de nombrar a la yarará), capaz de dar a luz 40 crías.
Con relación a las especies consideradas “de importancia médica”, en la Argentina existen tres variedades:
- Las yarará, con siete especies pertenecientes al género Bothrops.
- La víbora de cascabel, mediante una especie perteneciente al género Crotalus.
- Las corales, presentes a través de seis especies inherentes al género Micrurus.
Según el Ministerio de Salud de la Nación, “el envenenamiento por la mordedura de cualquiera de las 14 especies de serpientes de importancia médica de Argentina se considera una urgencia y requieren de atención rápida y de la aplicación del antiveneno específico”.
Foto: Boa curiyú, tomada por Iberaimages.
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