Lindo collar
Una variedad que en algunos lugares resulta confundida con la “Falsa Coral” es la culebra de Collar Blanco o culebra Cavícola de Collar (Phalotris bilineatus).
Con presencia en Buenos Aires, Corrientes, Córdoba, Chaco, Chubut, Entre Ríos, Formosa, La Pampa, Mendoza, Misiones, Río Negro, Salta, Santiago del Estero, Santa Fe y Tucumán, entre otros territorios, la especie se caracteriza por combinar líneas color ladrillo y negro a lo largo de todo el cuerpo del ofidio.
Dueña de una extensión que rara vez supera los 70 centímetros, la culebra de Collar Blanco debe su nombre, precisamente, al anillo en esa tonalidad que rodea el cuello de cada ejemplar. En tanto, la cabeza y el vientre del ofidio se exhiben completamente negros.
De hábitos semisubterráneos, la culebra de Collar Blanco es de naturaleza ovípara y basa su alimentación en la caza de otros reptiles pequeños, como es el caso de las víboras ciegas.
Si bien rara vez son agresivas, especialistas de la Academia Nacional de Ciencias de Córdoba sostienen que “la mordedura de las Phalotris bilineatus puede resultar en un accidente de cuidado, dado que se trata de una especie opistoglifa”.
Las serpientes opistoglifas se caracterizan por tener un par de dientes alargados y portadores de una pequeña cantidad de veneno en la parte interior de la mandíbula. Dada esta característica, el ejemplar tiene que tener dentro de la boca a su presa para poder inocular el veneno, por lo que no suele representar un peligro para las personas.
Explicado este punto, otra particularidad para destacar de la culebra de Collar Blanco es que, una vez atrapado, el ofidio apela a un mecanismo de defensa completamente inesperado: comienza a despedir un olor desagradable al extremo.
¿La causa? Un fluido que la variedad genera a través de sus glándulas anales. Y que, combinado con la habilidad del ofidio para fingir estar muerto, culmina por desalentar a cualquier potencial depredador.
Con presencia en Buenos Aires, Corrientes, Córdoba, Chaco, Chubut, Entre Ríos, Formosa, La Pampa, Mendoza, Misiones, Río Negro, Salta, Santiago del Estero, Santa Fe y Tucumán, entre otros territorios, la especie se caracteriza por combinar líneas color ladrillo y negro a lo largo de todo el cuerpo del ofidio.
Dueña de una extensión que rara vez supera los 70 centímetros, la culebra de Collar Blanco debe su nombre, precisamente, al anillo en esa tonalidad que rodea el cuello de cada ejemplar. En tanto, la cabeza y el vientre del ofidio se exhiben completamente negros.
De hábitos semisubterráneos, la culebra de Collar Blanco es de naturaleza ovípara y basa su alimentación en la caza de otros reptiles pequeños, como es el caso de las víboras ciegas.
Si bien rara vez son agresivas, especialistas de la Academia Nacional de Ciencias de Córdoba sostienen que “la mordedura de las Phalotris bilineatus puede resultar en un accidente de cuidado, dado que se trata de una especie opistoglifa”.
Las serpientes opistoglifas se caracterizan por tener un par de dientes alargados y portadores de una pequeña cantidad de veneno en la parte interior de la mandíbula. Dada esta característica, el ejemplar tiene que tener dentro de la boca a su presa para poder inocular el veneno, por lo que no suele representar un peligro para las personas.
Explicado este punto, otra particularidad para destacar de la culebra de Collar Blanco es que, una vez atrapado, el ofidio apela a un mecanismo de defensa completamente inesperado: comienza a despedir un olor desagradable al extremo.
¿La causa? Un fluido que la variedad genera a través de sus glándulas anales. Y que, combinado con la habilidad del ofidio para fingir estar muerto, culmina por desalentar a cualquier potencial depredador.
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